12.9.20

La biblia y la heladera

Un poco de escritura, un poco de biblia, así es el santuario donde deposito mis enseres, creencias y objeciones. Solo un poco porque el lienzo no da para más y el miedo a sobrepasarme es un límite poderoso. Criterio adoptado a fuerza de dejadeces latiguillo sustituto de la creación. Silvia bien dice no es posible más y aquí estoy reiterativa, réplica de mí misma, explayada cual dibujo gracias al lápiz y a las ganas de tí, deseo que vuelve reviviendo impensados. Un mecanismo reflejo rechazo de una realidad pero sí hay otra planteada. Vendría a ser una resultante donde compenso con un estamos bien comparado con la mala vida suposición que repercute en les otres. Y no alcanza un rezo tranquilizador acompañado de la exhalación e inhalación consciente buscando acompasar al ritmo circadiano asertivamente. Esta opción, positivismo filosófico adoptado religiosamente, rutina impuesta, adaptación, tampoco alcanza. Y duele todo y sueño que otre llora y paseo y olvido y paso el tiempo aunque no lo crea, viene así la teoría acicalando que sí, no existe, entonces tampoco hay tal espacio. Estas coordenadas forman un mundo fijo, son necesarias en un haz que contiene pero no significan. 

 

Bordé sin hilo, asomada al vacío, escenario intangible, imperceptible sin nado sincronizado.

 

Ante la plaga extendida clamé por la muerte. La contabilización prevista no se cumple y desilusionada advierto que la necesidad del freno tiene sentido. La enfermedad no es el aviso ni el sino; la desaceleración conmueve, conmuta al repliegue del hormiguero. Gozo posible nada más largar esta mierda.






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