Lo que me ocupa:
no sociedad, no sujeto, no hombre, no yo
sino no levante.
Cuando tuve acceso al conocimiento del caballo de Troya y alguna estrategia como la figura del espía y el doble agente y de la figura Matta Hari, mi fantasía incluyó la forma de algo que según recuerdo de lecturas como “Ben Hur” e interpretaciones del Judas de las treinta monedas; algo como conocer al otro es necesario para conocerse a sí mismo y quemar las naves significa quedar islam, aislada islote isolada expuesta.
Conversatorio Los senderos que se bifurcan
Dumas Oroño
Gabriel Peluffo Linari
Marcelo Piana Barboza
Tatiana Oroño
Museo Blanes en ocasión de la muestra por los cien años del nacimiento del artista docente tallerista tacoaremboese.
Apenas vislumbro la obra en la primer sala con su incursión en el TTG (1945), el pan y el taller dentro del taller y los bodegones y sus proyectos en caligrafía simbólica casa-nido de hornero, gato-jeroglífico egipcio-maya y la mujer-tacho-balde-pincel-botella, jajaja un crack.
En la sala pasaje, cerámicas vidriadas, una cajita con pez, pez, canoa y otro símbolo basal colores verde negro blanco. Un porongo cincelado en surcos, simbología constructivista, sin tiempo para ver detalles.
Estoy con mamá y ella quiere visitar el jardín. Allí entramos, cruzamos el puente, en el estanque algunos peces naranjos y blancos, el ciruelo (intenso, bordeau) japonés con frutas. Mamá agarrada a la baranda, una niña rubia pide permiso y pasa agarrada a la baranda y el padre dice gracias. Accedemos a la vereda (terraza de la minka), mamá pisa la arena busca donde sentarse, le indico una piedra, roca plana horizontal sobre suelo arenoso al pie de la pendiente, se sienta y exclama: ¡está caliente, conserva el calor del sol! Son las seis de la tarde, el jardín japonés cierra nos avisa la cuidadora amablemente. Volvemos admiradas del parque y esperamos; sentadas al frente de la casa con la torre donde encerraron a Clara García de Zúñiga, el conversatorio entre Tatiana, Marcelo y Peluffo.
La espera es atenta, yo hablo, mamá escucha, se emociona, quiere escapar, dice que piensa en tomar un taxi llegar a su hogar y llorar, la ayudo a calmar y queda, respira como cuando entrenaba los pulmones para natación. Ejercicio preparatorio antes de nadar en la pileta del Olimpia. Sabemos ambas cuando el agua invade, ahoga, flotar llenando los pulmones y retener, después exhalar en un soplido hasta vaciar. Dejamos narinas y boca cerradas un instante, el cuerpo con la falta de aire sabe que hacer y al inhalar no hay desesperación, ahogo ni angustia.
Durante el conversatorio, Tatiana menciona la anacronía como una característica de la obra de Dumas, quien se consideró a sí mismo un representante de la arqueología del arte uruguayo. Coincide el término con un fuera del tiempo así como Tatiana incluye la cultura uruguaya como anacronía, modo que nos damos en sociedad, vivencias de una aldea, Montevideo con Interior, dieciocho departamentos (casi feudos a veces) que alimentan de jóvenes a la capital del paisito.
Son las nueve de la noche, mamá quedó en su apartamento yo en el taxi con el chofer exclamando: ¡qué niebla cae, tan espesa que moja y tapa el edificio del Clínicas! Bendito país, toda cultura copiamos y el río-mar nos recuerda la atmósfera de cada ciudad-bahía recostada al agua, plea y baja mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario