25.1.16

La mujer sin memoria
     ¿Qué hacía yo ahora con el otro yo? Sobre todo teniendo en cuenta que la fantasía la había dejado a un lado. Todo asomo de sensualidad desaparecido con la medicación y la lectura de novelas donde la mujer es un objeto para armar, mostrando lo más siniestro del género femenino.
            Imaginarse con un gorila llegar a un apart-hotel ya ni gracia tenía. O sea el hilo o la tinta se cortaban, sigilosamente, no demasiado pronto. Así no tenía lugar el cuento  de la historia donde los personajes pudieran explayarse ¿Haciendo qué? ¿Hablando, paseando, acariciándose, mirándose? Las imágenes se repiten una tras otra y el relato no varía es sólo un tiempo más.
            El problema no es la niña ni el niño, nunca fueron ellos. Es esta imposible forma de contarlo.
            ¿De qué escribir, de qué, de qué? Si sólo quiero recordar las cosas buenas. Entonces me coloco en el papel del observador, omnisciente, ellos hacen. Para no sentir el caballo encabritado al que me subieron aquel día. Así cierto, puedo terminar en el balbuceo de la poesía o en el preludio de lo indecible.
            Desde el comienzo quiero interpretar por lo menos varias coincidencias, no pensar en él, no pensar en el otro, no pensar en ti, pensar sólo en mí y a cada frase agregar la falta del recuerdo.
            En lugar  de ¿qué quieres de mí? Por ¿qué quieres de ti? Pensando sólo en mí creo que es la novedad pero ¿no siempre fue así, o no?
            Diccionario Enciclopédico0, El acoso de las fantasías1, El títere y el enano2, Casa sin fin3, Devocionario4 y de tapa New York5. La columna de textos tiene mi lógica. Cuando empecé el episodio de escritura en el 2013 creí que podría ir bloque a bloque describiendo los rincones particulares de la ciudad en un estilo constructivo. Por el camino quedaron intención y estilo. De maestros y maestras había elegido la verborragia, la pasión y el balbuceo hasta llegar a mi heteroglosia.  Ésta última de reciente aprendizaje en la palabra, aunque nunca bien asumida, la  conocía por  mi hijo con retardo mental. Esta enfermedad caracteriza a las madres por repetir las mismas palabras y una y otra vez por si una vez el niño retiene la pronunciación. Ni hablemos del significado y menos del referente, demasiado pronto.
            Con Ana Rossetti puedo recordar el rincón del último piso del colegio Rosa Mística junto a la puerta del salón. Lugar donde la madre superiora, con el rosario, junto a los alumnos, en fila, seguíamos devotamente cada hecho del vía crucis. La madre no era exigente, el rosario era rezado de a pocos episodios por día. De ese recuerdo solo puedo ahora repetir las palabras dulces “ave maría llena eres de gracia”. Pero tan pronto como aparece quiero borrarlo porque el triple de tiempo me llevó en dejar de verla como una mártir a ella también.
            A mi hijo de nombre le puse Esteban, uno de los significados es el elegido.
           
            Cuando me enamoré coincidió que el local del FA reabría y hacía allí nos dirigimos. La única tarea que nos permitieron fue la pintada del pasacalle. Alguien vino a abrir el local para que trabajáramos. El fantasma de Tarik Carson en El hombre olvidado ahí se me olvidó, fue una exorcización. No había mesa, pintamos las telas sobre el suelo cuidando de dibujar cada letra con el cuadriculado de dibujo aprendido en bachillerato.
            Escribo para olvidar.
            Ya no había misas ni retiros para ninguno de los dos. Entendernos con la ideología, estudiar y hacer sobre la marcha era la consigna.
            Conocernos es saber, puedo repetirla en la siguiente línea y veinte veces más como todo el tiempo que nos toma.
            Univocidad, eres único y te repites en cada ser que conozco. Yo te adoro y te interpreto como el padre que eres.
            Alguna vez has pisado una boñiga de vaca, grande, caliente aún, descalzo. Yo tampoco pero ese mundo existe fuera de mi fantasía.
            Mujer, terrible objeto desmembrado. La novela de asesinatos me ha impresionado al punto de asemejarla a las torturas de la Inquisición o de la dictadura.
            Hoy he descubierto un altar en la esquina de mi sala, cuanta religión hay en ti. Cinco telas de hierbas entretejidas cuelgan sobre un lucernario de hierro revestido en lana cruda. Un cuenco cerámico lleno de chucherías, una canasta, una botella de sidra, un telar, una bolsa de cemento y un baúl de plástico de mariposas impresas y con la leyenda Paris Je t’aime, todo en un rincón de la habitación bajo el cobijo de las pinturas de mi hijo Esteban.
            La casa me parece terrible pero no tengo idea por dónde empezar la mejoría.
            “Por eso, sin tener en cuenta la magnitud de las experiencias anteriores, se insistía en abrir atropelladamente las puertas (las pocas verdaderas) y se iniciaba una nueva residencia.” Casa Sin Fin, Marta Traba.      




0 REA, 1y2 SLAVOJ ZIZEK, 3 MARTA TRABA, 4 ANA ROSSETTI, 5 J.T.GARCIA