11.10.14

¿De dónde proviene el sentido de la verdad?

¿Dónde está la verdad del amor?

No hago arte.



El planteo alrededor de una mesa buscando la verdad del asunto me suena a sin sentido. Como ejemplifica el cuento “En el bosque” de R. Akutagawa las siete versiones dadas por sus personajes resultan verídicas, entonces ¿cuál es la verdad? 
La escritura como la comunicación son necesidades, impulsos que tratamos de controlar. Porque si todos fuésemos a comunicar cualquier cosa la consecuencia sería un ruido sin ton ni son. Más o menos como al prender un aparato televisivo. Yo enmudezco el sonido cuando empieza la publicidad, y ustedes. Sí estoy dejando a un lado la imagen, bueno, a veces más vale ni verla.
Si sacamos la escritura con fines específicos como guiones, novelas, especialidades, manuales, autoayuda, prosa y poesía. O sea reconocemos su verdad es existir, son objetos en sí mismos ¿Qué queda? La escritura aficionada. Un taller acá, otro allí y entre nosotros volcamos una parte del conocimiento, práctica, y estamos en la techné del asunto.

Cuando aparece la expresión obra de arte, un autor, Larry Shiner la plantea como una invención dentro de la historia cultural. Hay cierta pomposidad en el aire que exige. Sé apreciarla, sé que existe, siempre estoy asombrándome con alguna. No pretendo alcanzar esa condición. No me va la vida en ello. Si valoro a la escritura como un instrumento social, provocativo, inmanente del aprendizaje.


Si la vida es un simulacro según la teoría del sujeto. Un juego de apariencias porque lo que el sujeto dice puede ser un engaño. No puedo pensar que en la escritura se encuentre la verdad, ni en el arte.
Es la verdad otra perfección a la cual no llegamos. Nos queda interpretar, y el sentido de lo que digo, de lo que escribo puedo asociar, sospechar pero lo que el otro mira, interpreta, concluye, coincidirá en algo según su cultura. Si pretendo comprender un texto escrito en el siglo XVIII necesito tener en cuenta la época, biografía del autor, comparar con otros y aun así esa escritura me es difícil comprenderla por diferencias gramaticales y de traducción.
En filosofía vemos a la escritura como un corte donde quien soy ahora duda de quien yo era. René Descartes en “Meditaciones Metafísicas” enseña el proceso, su pasaje de un estado al otro. San Agustín analiza sus pecados del pasado relatando en “Confesiones” como cambia de estadio en el ascenso a Dios. En la cultura occidental la redención se hace necesaria porque todos vivimos en falta ¿Esta última verdad sigue siendo válida?
Entonces la escritura es un mecanismo donde reflejamos la aparente vida de ciertos personajes que nos representan. No podemos abarcar todos los sentidos en el lenguaje hablado ni escrito. Apenas un roce indicando estás ahí, estoy acá. Reconocerse habitantes del tiempo en una revisión discontinua de hábitos, del pasado; a esto Hegel lo llama dialéctica. Si la entrega del autor es auténtica, yo creo, es cuando resultan los libros apetecibles. Uno los come, deglute a través de los años porque dan jugo. Una imagen que aprendí ayer es: lo material se vuelve idea en la interpretación y a su vez la idea se solidifica, pero no todo, siempre hay un resto por el cual seguimos. Si es un buen pasatiempo, bien; quizá para algún adulto maduro sea el juego que le queda para disfrutar.
Cuando jugamos en sociedad a conocernos, la identidad es considerada en los roles. Sin embargo sabemos que tanto nombre, profesión, hobby, estado civil y subsiguiente no son nuestra definición. La complejidad de cada uno no tiene cabida en el lenguaje. Aún queda por nombrar parte de lo que somos, la escritura intenta aproximarse al conocimiento del ser.
Entonces los sentidos hallados y enfrentados que rescato en la escritura son formación del ser, educación, socialización, entretenimiento, mejora del lenguaje. Pongamos a buscar un instrumento que logre estos sentidos obviando la escritura. Por ejemplo: la imagen, la música, la oratoria, las artes en general ¿Dónde nos apoyaríamos como base de ese conocimiento sin la escritura? En grabaciones sonoras pongamos. No sería ésta civilización posible si no practicamos la mímesis en el lenguaje oral y escrito.
Entonces mi raciocinio me indica el sentido de la verdad como búsqueda, sería una idea que cada uno cree poder alcanzar.
Y si el sentido del ridículo, la ironía, la burla sirven para ejemplificar; también lo usamos ya que el humor en sentido positivo o el escarnio en sentido negativo pueden llevarnos a risa desde el parapeto de la lectura y a lágrimas de conmovido reconocimiento.
Parecería que la escritura pretende mostrar una copia del mundo y no dejamos de intentarlo. De último, de no tener propósito, entonces la escritura se convierte en un hecho fortuito como “El discurso vacío” de Levrero. Aunque alguno encuentre justificación en su publicación, no me incluyo. Me resulta una estafa hacia el lector. Aquí pueden entrar a perorar escribiendo un montón los que justifican el objeto libro en sí, muy en boga en estos días.
Si la escritura representa el corte en que la civilización pasa a relatarse, yo no preciso más sentido que ese.
En cuanto a la creación, pasaje de la fantasía a lo simbólico sigue siendo un punto oculto. Yo no puedo verme en el acto de la fantasía ya que es concomitante al de la escritura. Viene la imagen y salto a describirla. Viene la frase, inmediatamente la escribo sin tener idea que seguirá.
La lectura posterior permite realizar asociaciones e interpretaciones y la necesidad de darlo a conocer, volcar el interior hacia el exterior aun no estoy segura pero creo es parte del acto social.
¿Y la existencia del amor depende de la verdad? ¿Qué es primero este sentimiento abarcable o los seres en quienes me apoyo? ¿Pertenece a la inteligencia, es una práctica en base a ensayo y error? ¿Por qué amo y no odio? ¿Es una opción que no me permito? ¿Es una construcción? ¿Si quiero proporcionarle características por qué se vuelve infinito?
¿Qué propongo como verdad?
El estudio del psicoanálisis ha dado como resultado la verdad del delirio. El psicótico trasmite la verdad porque la cree. Ocupa el lugar divino, su discurso no necesita interlocutor. Dios le habla en el mismo lenguaje y le da ha conocer todos los misterios.  Los demás mortales creamos tesis para ser rebatidas. Las teorías no son verdades. Y cuando ocupamos el lugar del Mesías, trasmitiendo el conocimiento, entonces sabemos que seremos sacrificados. La redención es una prioridad en la cultura occidental. El discurso está puesto en duda. Los que dudamos interpretamos que todo enunciado está para ser revisado e interpretado. Inclusive éste, por y para creerse lógico.
En el confesionario
Ante la convocatoria de Carlos me pregunté y dudé que tuviese algo sobre lo que escribir. El rollo abierto el pasado año me había durado hasta diciembre y hasta febrero había vuelto sobre lo escrito, corrigiendo. Lo más difícil confirmé, tal como nos lo había enseñado, era mantener el hilo del relato hecho por entregas y corregir, corregir para darle cierta coherencia. Hacia un mes que ni la imaginación ni las frases surgían con ánimo para aplicar a la escritura. Entonces viene con el planteo de la verdad.
En verdad puedo decir que la misma nunca ha sido de mi interés. Reconozco que es uno de los temas frecuentados por filosofía, religión, psicología, lógica y otros que no sé. La que llamó mi atención y me creó dudas ha sido la mentira toda mi infancia, ayer nomás.
¿Qué necesidad tenían las personas de mentir? ¿Para qué y por qué se inventaban historias con las cuales obtenían según ellas beneficios? ¿Cómo hacían para inventar mentiras? Una de las conclusiones a que llegué fue que por falta de inventiva, yo no sabía contar mentiras y por tanto no podría ser escritora.
El suplicio llegaba a la hora del confesionario. No pregunten de qué año escribo, fue en la predictadura. No nos salvábamos de ir por lo menos una vez a la semana. Mientras esperaba mi turno la cabeza me hervía repasando mi comportamiento y no hallaba motivos de confesión, tampoco se me ocurría inventar nada. No sabía del pecado de soberbia y menos el de ignorancia. En cuanto a la masturbación, ante mi pregunta, el sacerdote había comentado que no era pecado si no la acompañaba de malos pensamientos. Entonces, solo quedaba repetir la frase 'he pecado de malos pensamientos' ¿Cuáles serían los malos pensamientos a mi vez me preguntaba? Y el cura preguntaba: ¿con respecto a tus padres? Sí, contestaba, qué otra podría decir, soñaba con poder mentirles.
Creo que no supe de malos pensamientos hasta después de cumplido el medio siglo. Qué buenos  están, cómo los disfruto y los vuelco a la escritura.

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