Líneas
de la palma
Textura
sin urdimbre en el aire se entreteje, se entretiene,
sostiene,
suspende, conmueve, eleva, ampara.
Cualquier
volado, por ej. voladizo, da aire, fuera de tiempo.
Una
mujer desnuda un trozo de hoja de palmera. Arranca una fibra tras
otra. Deja al descubierto las capas desde el marrón rojizo hasta el
color piel, hilo tras hijo. Cuando termina, para de arrancar, le
queda una lámina exterior en forma de llama detenida y una herradura
en vértice.
La
hoja pelada permite ver las fibras verticales, horizontales,
angulares, gruesas, finas, lisas, zigzagueantes. La mujer palpa unas
y otras y se pregunta: ¿qué les imprime la dirección? ¿cuál es
la urdimbre donde se tejen?
La
acción implica algo externo. Un exterior que casi obliga al
movimiento. Por ejemplo cuando Penélope desteje o Eva acepta,
incitada al gesto. Las horas, hojas, filas, reglas, esperas donde
nada acontece hasta que de pronto la contracción conmueve hasta
cambiarlo todo ¿Por qué la acción ha de ser el punto, la clave? Y
todo lo que antecede, rodea, persigue, acompaña, dice, no dice,
piensa, no piensa. Pucha, me cuesta reconocer el valor de cambio de
la acción, actitud, provocación, progreso. La naturaleza muestra un
continuo de repetición y la acción puede que le haga mella en el
corto plazo, más nada. Yo preciso de la urdimbre para estar viva, en
acción. La naturaleza, sus elementos tienden la estructura que me
sostiene: tierra, agua, aire y fuego.
Queriendo
descubrir la trama en la hoja de palma
levanté
hilo por hilo, tiré cada fibra,
despunté
el orillo, perfilando la orilla.
Deshice
la hoja persiguiendo al sin sentido.
Hollé
al tejido natural, roto,
hasta
quedar con un corazón corrompido.
Cada
hilo tendía un surco, vaivén de la huella,
hendidura
que forma la figura.
Encontré
la falta del lenguaje
por
la escritura que arma mi postura.
Al
tramado insisto reteniendo los hilos,
rompiendo
la textura, interviniendo al texto,
ordenando
al cuerpo, atrapando al acto,
rumoreando
sin oírlo, ejerciendo sin oficio,
olvidando
qué amo, deseando sin deseo.
Así
suelto la hoja, testeo la rotura,
oficio
la intervención, incorporo la acción,
oigo
al rumor: qué desorden de hilos,
tramo
al ejercicio y la palabra mete,
encubre
de mí, al olvidar qué deseo.
Hendidura,
surco de hilo tirado,
tejido,
echado, lado a lado, deseando
al
hecho, hechura, naturaleza y mímesis.
Una
tiende la otra sigue, hilo con hilo,
tramando
textura en surcos hendidos.
Giro
la hoja de palma en mi palma,
los
hilos extendidos encubren hendidura
y
extendida la palabra entrama la duda,
vaivén
desde el que al deseo del alma.