4.12.13

                        el último velo

"...la ilusión no se opone a lo real si-no que juega con ello..." Jean Baudrillard

Des-enamora-miento

Abandono de los objetos parciales: imagen, voz, lectura, objetos varios.
Abandono del sujeto: dejar de verlo, dejar de  hablarle, dejar de escribirlo.
Sustitución por música, lectura, escritura.
No sustituir por otro sujeto; pasaría a la pulsión, reinicio de la fantasía.
Así supero la obsesión. Dijera una amiga: "soy adicta al amor". A ella dejé de verla, dejé de hablarle, de intercambiar libros; por las dudas.

Edificio da-da y cajón subi-baja

Ocupa la esquina. Blanqueado al agua, los balcones en aluminio con figuras de margarita, letra, chapa de auto, número, pin de peñarol y nacional; aún brillan a la puesta del rey. La entrada y el umbral repiten el collage de figuras en pintura plateada, ribeteada de negro y blanco. El cajón de aluminio, plástico y tapiz de diferentes texturas, te absorbe en un piso alfombrado de pasto natural o artificial, tanto da. Lo importante, su función, asciende a tiempo de la última cena.

Cuaderno de recetas y lecturas

Manipulando ingredientes y condimentos aprendí que para mantener texturas y sabores es más importante el tiempo empleado en crudo que  en el cocimiento. Uso de base para macerar tiernamente y aromatizar, tanto carnes como verduras: limón, sal, aceite, pimientas, ajo, perejil, orégano, laurel, cúrcuma y otros a gusto de cada quien. Una media hora después sea carne roja o blanca  quedará lista para cocerse desde cinco minutos a media hora, según la porción. Mientras zapallitos, rábanos, pepinos  y toda la gama de verduras se podrán comer crudas.

maceración en frío líquido
cavidad que guardaste el fruto
tan pronto te olvido tan pronto reapareces
incubo que me persigue desde el no lenguaje
¿cómo exorcizarte sin encontrarte?
¿será que te confundo con mi otra yo?


Primer jueves.- 
Media hora, dos zapallitos bien lavados, con cáscara y semilla cortados en finas fetas, media cebolla cortada en hilo y hervida en fondo de agua. Condimentos: limón, aceite, sal y orégano. Salsa de ricota cremosa condimentada con sal, pimienta blanca y mostaza. Arroz de ocho minutos, una taza, aceite, sal y azafrán. Arvejas frescas en agua hirviendo, cinco minutos. Condimentar con aceite y sal después de prontas. Omelette de queso, dos huevos, queso rallado.
Plato presentado, media luna de arroz, corona de arvejas, perejil en hoja adornando. Media omelette al centro, ensalada zapallitos y ricota al otro costado.
Dos potes medianos, dos naranjas, ocho o cuatro frutillas. Pelar y cortar a gusto la naranja igual la frutilla, agregar azúcar o merengue seco y gotas de licor de menta para aromatizar.
Comimos allí mismo, en esa cocina sin ventanas ni puerta, a la mesa cuadrada y pequeña. El hambre ayudó a saborear. Antes del postre llamó mi hijo para saber dónde estaba. Cortamos y quedé en el sofá mirando por la ventana del balcón, las hojas moverse, una lágrima asomada al ojo izquierdo, alguna alergia. Él preguntó, todo bien y comenzó el postre; sí respondí.
Tercer jueves.-
Subimos al inefable cajón ascensor y él mencionó que había conseguido pescado fresco pero no sabía cómo prepararlo, si podía darle una receta o quedarme a almorzar. Yo solo pude asentir respondiendo con monosílabos. El maldito cajón a pesar de estar abierto hacia la reja me agobia.
La clase fue muy amena, él estaba de buen humor, los compañeros plantearon dudas y participaron con ejemplos. Quedé arriba mientras se despedían. Poco después escuché conversaciones en el corredor; pensé algún vecino. Ella se había adelantado para revisar un trabajo que tenían coordinado, la saludé y me fui a la cocina.
Pude armar un lenguado a la plancha con limón, sal y pimienta. Bañado en salsa blanca chirla, escasa, con abundante queso rallado y aceite. De acompañamiento un puré de papas. Todo gratinado en hornillo eléctrico. Presenté los tres platos y puse mostaza y ketchup en la mesa, unos rabanitos fileteados con limón en un pequeño plato. Para el postre la frutera estaba colmada.
Comimos los tres en aquel cuadrado amurado a la pared, reímos, cuando, yo al probar los rabanitos grité por el picor; les faltaba punto. Opté por enjuagarlos en agua fría, agregue aceite y sal. Fue un éxito y me nombraron cocinera de los jueves. Atrapada en aquel terceto me hacía sentir una colega.
Quinto jueves.-
La semana que preparé papas con cebolla en aros, a la salsa blanca gratinada, con pechuga de pollo a la plancha. Además de los condimentos usuales: limón, aceite, sal, pimienta blanca, negra, roja, orégano; le agregué un punto de canela en el adorno de cada plato. Los dos pusieron los primeros bocados en la boca con desconfianza, mirándose. Para el segundo bocado él me miró con esa mirada franca de aprobación y siguió en silencio; a mí casi se me saltan los lacrimales. Al despedirnos él mencionó, canela ¿dónde la pusiste? Yo reí, ella río a carcajadas y nos fuimos a la parada. En el camino, ella mencionó que estaba recuperando en él al sibarita.
Un miércoles llamó a casa, tenía pescado y quería prepararlo con mi receta, se la pasé, indicándole los detalles y al despedirse agradeció con un "yo amo". Atiné a responder nos vemos mañana. Pero al cortar estaba enojada, furiosa, quién se cree, tengo familia que me quiera, que esto se acaba. Termina el año y si te he visto no me acuerdo.
- ¡Mamá! Llamó la atención mi hija - ¿Qué te pasa?
Séptimo jueves.-
Llegué cabizbaja, sin poder mirarle a la cara y pensando "esto no termina nada bien". Él me gastó durante la clase con indirectas. Y ella no llegó, yo pensaba comentarle y pedirle idea, opinión; algo que me ayudase a sobrellevar la carga emocional. Él dicharachero ayudó a pelar, lavar y de paso averiguaba cada detalle ¿Cómo hiciste lo de la canela?
Comimos en silencio las costillas de cerdo con puré de manzanas verdes y ensalada de berro. La compota de peras resultó digestiva y un café moka italiano aromatizó el apartamento, haciéndolo más cálido. A esa altura el mal humor se me había calmado.

Notas: "De la seducción" Jean Baudrillard.-

Elegir entre un estado enervado o el enamoramiento te mantiene fuera de ti mismo, en una dualidad aunque impostora te salva del vacío.

Ejercicio:

Transcribo el texto "De la seducción" cambiándole la persona, en lugar de ella, a él. El texto comenta filosóficamente la estrategia con fines de engaño de "Diario de un seductor". Baudrillard se detiene en las máscaras, apariencia, simulacro en el humano joven comparándolo con las culturas primitivas y animales.

Planteo:

¿Desde dónde trabajar la seducción como planteo ético y estético?
¿Cómo se produce en nuestra época, edad de la reflexión, el engaño?
¿Dónde se plasmarían sus efectos positivos? ¿Si los tiene?
¿De dónde parte hoy la seducción, quién incita, qué incita?
¿Acaso estamos en la estación del desengaño?
Necesitamos inspiración. No incitación.
El dedo, índice levantado de la mano suspendida hacia arriba, moviéndose hacia adelante y atrás en señal de vení, es una incitación, no sirve. La frase: ¿sos de por acá, puedo conocerte? Es una incitación, no sirve. La mirada deseosa, insistente, mandada por el éter en un mensaje más o menos así; hembra, mira acá un macho. Es incitación desafiante, no sirve. La mirada de ella acaramelada, soñadora dirigida al motivo de su fantasía, es una incitación. Lo que me está sorprendiendo, ahora que salgo de la caverna. Y ya no especulo sola. Es que la inspiración se alimenta de la incitación.
¡Viva la seducción!
Ahora puedo asegurar que la trampantojo, por lo menos, es doble. Caemos yo y mi otra yo.